Este proyecto está directamente relacionado con el del grupo musical La Vendimia. No por tratarse del mismo cliente ni por compartir temática, sino porque fue gracias al buen desarrollo y al resultado final de aquel encargo que me llegó esta nueva oportunidad. Siempre digo que un buen trabajo es la mejor carta de presentación, y en este caso fue exactamente así. El boca a boca sigue siendo una de las formas más efectivas de conseguir nuevos clientes, sobre todo cuando se ha trabajado con cercanía, claridad y buenos resultados.
En este caso, se trataba de desarrollar una marca desde cero, un branding completo. Es decir, abarcar todo el proceso: desde la creación del nombre (naming), hasta el diseño de la identidad visual y su aplicación en diferentes formatos y soportes. Un trabajo muy completo, de esos que me encantan porque me permiten implicarme desde el principio hasta el final y cuidar todos los detalles del proyecto. Como suelo decir, no se trata solo de hacer algo bonito, sino de construir una imagen coherente, funcional y duradera.
Todo este proceso lo desarrollo mediante diferentes fases o iteraciones, donde cada vez se va afinando más la dirección a seguir. Para poder orientar bien el proyecto desde el inicio, tengo una herramienta que me resulta fundamental: un formulario que paso a los clientes al principio del trabajo. A través de este formulario, y desde distintos enfoques, intento entender qué están buscando. Y es que muchas veces el cliente no tiene del todo claro lo que quiere, o sí lo tiene, pero no sabe cómo expresarlo. Este documento me ayuda a traducir sus ideas, sensaciones o referencias en conceptos más claros y visuales.
A partir de ahí, mi forma de trabajar es muy concreta. Propongo hasta tres rondas de iteración, cada una con tres propuestas distintas. En cada fase vamos ajustando lo que más funciona y descartando lo que no. Si después de esas tres iteraciones no se llega a una solución válida —algo que, por suerte, rara vez ocurre— entonces me detengo y replanteo el enfoque completo, desde cero, para asegurarme de que la dirección del proyecto es la adecuada. Pero insisto: eso es lo que suelo hacer, no lo que pasó en este caso.
Aquí, la idea clave surgió desde la primera iteración. Hubo una conexión muy rápida con el concepto, tanto por mi parte como por parte del cliente. Desde ahí, solo se trataron distintas variables visuales y de aplicación para ir puliendo la propuesta hasta convertirla en el resultado final. Fue un proceso muy fluido, de esos que se disfrutan porque hay entendimiento mutuo, claridad y confianza en el trabajo.
Es bastante raro que los clientes estén dispuestos a pagar por una tipografía exclusiva, ya que esto representa una inversión adicional que muchos no consideran necesaria, especialmente cuando se tienen opciones bastante buenas disponibles de manera gratuita o a un costo más bajo. Por esta razón, siempre trato de proponer desde el principio el uso de fuentes libres de derechos, aquellas que pueden ser utilizadas sin restricciones y que no requieren el pago de licencias. Esto no solo permite mantener el presupuesto bajo control, sino que también facilita la flexibilidad en los cambios futuros que puedan surgir sin tener que preocuparnos por los derechos de uso.
Sin embargo, en este caso específico, aunque la tipografía utilizada está personalizada para adaptarse mejor al concepto y la identidad de la marca, el logotipo se construye en base a la Nixie One, una tipografía disponible de forma gratuita. La razón de elegir esta fuente, a pesar de su disponibilidad, radica en su carácter único y su estilo geométrico, que se alinea perfectamente con la identidad que queremos transmitir. La Nixie One ofrece un equilibrio entre modernidad y legibilidad, lo cual era esencial para este proyecto. A partir de esta base, se realizaron ciertas modificaciones y personalizaciones para darle un toque único y que se ajustara a las necesidades específicas del logotipo, asegurando que, aunque partimos de una fuente común, el resultado final sea completamente original y distintivo.
Este proceso de personalización de tipografía es algo que suelo hacer habitualmente, y permite crear una marca que no solo sea visualmente atractiva, sino también única y representativa. Aunque la Nixie One fue una excelente elección inicial, el reto fue adaptarla de tal forma que, al final, se sintiera como una tipografía propia para la marca.